Asimismo muchos empiezan cosechando desde el sur del país y suben hasta terminar en New Jersey o Michigan sin ver a sus familias por largas temporadas.
Aqui la nota
La crisis económica ataca profundamente todos los sectores económicos del país, pero en Hammonton, ciudad en el centro del condado Atlantic, en el sur de Nueva Jersey y conocida como “La capital mundial del blueberry”, durante junio y julio la cosecha no cesa y de los pequeños árboles brotan deliciosos .
Pero son los trabajadores agrícolas los protagonistas de la gran cosecha y aunque el gobierno de EEUU no logró una reforma migratoria, los propietarios de las fincas agrícolas necesitan de su trabajo ya que estos campesinos viajan de un estado a otro persiguiendo las cosechas y se han convertido en la única mano de obra barata que trabaja de sol a sol y siete días a la semana.
“Me especializo en la pizca (recolección) de arándanos, empiezo con la cosecha que se produce durante el mes de enero en Florida, en marzo viajo a Carolina del Norte, en junio aprovecho la cosecha en Hammonton, y a principios de agosto salgo para Michigan”, expresó Nicolás Girón, nativo de Chiapas, México, quien inmigró hace dos años.
Desde muy temprano Girón abandona la humilde casa rodante donde duerme, cubre su cabeza con una gorra para protegerse del sol y se encomienda a su santa virgen para que sus dedos trabajen con agilidad y se deslicen casi acariciando los arbustos para así arrancar la mayor cantidad de fruta y llenar una cubeta de aproximadamente 50X25 centímetros.
“Lo que ganamos durante el día depende de la agilidad de los dedos, nos pagan $3,75 por cubeta, por eso si no se trabaja rápido, no se gana para vivir”, explicó Girón, quien es reconocido por sus compañeros como el más ágil del grupo.Gracias a su experiencia logra hasta 28 cubetas al día, ganando, si tiene suerte, $100 dólares diarios.“Me he dedicado a trabajar el cultivo de arándano desde hace dos años, y la cosecha que más me gusta se produce en la fincas de Hammonton porque los árboles están llenos de frutos y no tienen tantas semillas verdes”, .
Pero no todos tienen la misma suerte. Óscar Cruz solo llena 15 cubetas, es decir gana al día 55,5 dólares, lo cual, dice, no le alcanza para vivir. “Yo tengo familia en México que sostener, además tenemos que pagar la dormida en la casa rodante, que nos cuesta $25 dólares semanales y por la comida pagamos $15 diarios por lo cual no nos queda mucho dinero para ahorrar”, explicó.
Para otros trabajadores como Jacobo Rodríguez, de Guatemala, resulta más provechoso recolectar tomate.Por el contrario, dijo que en las fincas de arándanos y cuando es un día lluvioso sólo logra recolectar 6 cubetas, es decir que su ganancia es sólo de solo $22 dólares. “Muchas veces la lluvia no permite llenar muchas cubetas y lo que gano no me alcanza ni para pagar la comida”, explicó Rodríguez.
“Hammonton ocupa el segundo lugar en el país por su alta producción de arándano y en nuestras fincas se produce una fruta grande y de muy buena calidad”, explicó Bill Augustine.Es por eso que a principios de junio unos 150 trabajadores agrícolas partieron de Carolina del Norte con un contratista rumbo a Hammonton, en donde fueron ubicados en casas rodantes en la finca de Augustine, Winners Circle.
“Este año tuvimos condiciones climáticas desfavorables porque se presentaron más lluvias que el año anterior; sin embargo, espero con optimismo los resultados de la cosecha que terminará a finales de julio”, dijo el empresario.Explicó que antes del 2000 no existía tecnología para ayudar a los trabajadores que limpian, escogen y empacan la fruta en la nevera, pero actualmente y gracias a la sofisticada maquinaria importada de Nueva Zelanda, es más fácil hacer este trabajo.
“A partir del 2000 se han logrado importar 300 máquinas llamadas 0159 a Estados Unidos”, dijo Greg Furniss, representante de BBC Technologies.Mercedes Juárez, de 55 años, nativa de Guanajuato, quien inmigró en febrero en compañía de su esposo, está a cargo de limpiar, escoger y empacar la fruta. Ella padece tensión y artritis, no tiene seguro médico, y observa con preocupación que su mano derecha cada día está más inflamada.
“Enfermo o aliviado hay que trabajar, deseo ahorrar el dinero para devolverme a México el próximo año, ya que una de mis hijas cumplirá 15 años”, expresó con entusiasmo.Para los trabajadores agrícolas no existen servicios médicos que los protejan, odontólogos que los asistan, días festivos, fines de semana, ni pago de horas extras. Indocumentados o documentados estos trabajadores, en su mayoría mexicanos, realizan con entusiasmo y a muy bajo precio la labor que ningún estadounidense realiza.
Al lado de Juárez y lejos del sol, está Martha Pinzón, mexicana de 18 años y quien dice que prefiere trabajar en el frío.Las yemas de sus dedos acarician con cuidado la cubierta aterciopelada del fruto, mientras piensa que el próximo 6 de octubre no asistirá a la fiesta de la virgen que honran los habitantes de Teococuilco de Marco Pérez, un pequeño pueblo en la vertiente norte de la Sierra Juárez donde nació.Sus largas jornadas laborales, muchas veces entre 7 de la mañana y 10 de la noche, de lunes a domingo, la obligan a transportar su mente, pensar en sus familiares, vecinos y amigos que se reúnen a celebrar las fiestas en su pueblo.
Esta joven, que comenzó a dedicarse a la recolección de fresa y chiles en Florida, expresa con tristeza que lo que más extraña de su pueblo, fuera de su familia, es la celebración del día de la virgen del Rosario, conocida como “La Diosa de la cosecha”.
Explicó que durante la festividad todo el pueblo asiste a la misa ofreciendo flores y cantando al ritmo de música de cuerda, mientras se prepara barbacoa de carne de res al carbón para festejar el gran día.“Extraño mi familia, el pueblo, las tradiciones y sus fiestas, pero cuando ahorre el dinero suficiente para construir una casa para mis padres, me regresaré”, afirmó.
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