De aquella excursión el 20 de agosto e n busca de arándanos, las dos mujeres regresaron con una piedra que brillaba. Estaba compuesta de la siguiente manera: 23,3 gramos de oro por tonelada, y 33,8 de cinc. Las pruebas también detectaron plata y cobre.
Estocolmo.- Dos amigas suecas tenían previsto regresar a casa de una excursión por el bosque con un canasto lleno de arándanos. Pero el hecho de que Siv Wiik, de 69 años, y Harriet Svensson, de 64, no encontraran frutos cerca de su pueblo, Overturingen, en la provincia sueca de Vasterbotten, y se pusieran a golpear piedras, las convirtió en multimillonarias.
“Estamos a punto de firmar un contrato con una compañía minera”, explicó una de ellas hoy sobre el hallazgo de oro más espectacular que se recuerde en la historia de Suecia. Ninguna de las dos quiso hablar de cifras. De aquella excursión el 20 de agosto, las dos mujeres regresaron con una piedra que brillaba. Estaba compuesta de la siguiente manera: 23,3 gramos de oro por tonelada, y 33,8 de cinc. Las pruebas también detectaron plata y cobre. “Desde ese día, nuestra vida ya no es la misma”, relata Wiik relajada. Su mejor amiga sigue trabajando de cocinera en la escuela del pueblo, ubicado unos 500 kilómetros al norte de Estocolmo.
En aquella ocasión, tuvieron un montón de trabajo adicional. “Las compañías mineras prácticamente hacían fila aquí”. Wiik y Svensson acompañaron a los expertos al bosque y les mostraron dónde hallaron la piedra. En las negociaciones posteriores, las amigas renunciaron totalmente al asesoramiento legal.
Fueron ellas las que eligieron un grupo de tres o cuatro compañías de un total de 20. Y eso a pesar de que la zona en la que hallaron la piedra no es propiedad de ellas.
Sin embargo, hace 11 años habían hecho uso de la posibilidad que existe para todos los suecos de adquirir los derechos de búsqueda de metales preciosos en una zona determinada a cambio del pago de un pequeño impuesto. La paciencia se vio recompensada.
“Nos habíamos prometido la una a la otra que no cesaríamos aunque una de las dos llevara a la otra en silla de ruedas”. Las mujeres no quieren entregar permanentemente los derechos sobre la mina.
“En principio, nos importa que pronto se proceda a realizar excavaciones profesionales. Entonces, se sabrá el volumen total del yacimiento y deberemos negociar sobre una posible explotación”.
En el pueblito de Overturing con sus 171 habitantes nadie tiene miedo de una “fiebre del oro” con efectos secundarios negativos. “El desempleo aquí en el norte es extremadamente alto. A todos les parecería muy bien que se abra una mina”, dice Siv Wiik. Tanto ella como su amiga tienen previsto quedarse en el pueblo, a pesar de que se hayan convertido en millonarias. Después de todo, llevan viviendo ahí desde los años 60 y recogiendo arándanos juntas.
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